Rezando con los iconos

"Así como la lectura de los libros materiales permite la comprensión de la palabra viva del Señor, del mismo modo el icono permite acceder, a través de la vista, a los misterios de la salvación" (Juan Pablo II, Duodecimum saeculum).

El icono de la Sabiduría divina

Croquis de la Sabiduría divina, esc. de Novgorod

1.El icono de un misterio
2.-Los textos de la Escritura
3.-La Tradición: Los iconos de la Sabiduría Divina

3.1.-“La Sabiduría se ha hecho una casa”
3.2.-“La sabiduría divina”
3.3.-“Sede de la sabiduría divina”

4.-La teología de la Sabiduría

4.1.-La Sabiduría divina en la Historia de la Salvación
4.2.-La Sabiduría y el misterio de Jesús
4.3.-La Sabiduría y el misterio de Cristo

5.-La Sofía de Rupnik en la Sacristía Mayor de la Almudena

5.1.-Descripción inicial de la sacristía

5.2.-Los textos de la escritura

5.3.-Contemplación para alcanzar sabiduría

6.-Orar con la sabiduría

1.-El icono de un misterio

«Ante los iconos de la Sabiduría de Dios se siente un profundo misterio. No existe una explicación absolutamente convincente del significado de esta figura enigmática».

Así abre P. Evdokimov su comentario al icono de la Sabiduría divina (L’art de l’icône, cap. X).

“La sabiduría es un atributo de Dios. La Tradición cristiana la ha expresado con formas variadas, significando la energía divina que mantiene el orden en la creación; también como un don del Espíritu, efusión de amor y belleza. La iconografía oriental meditó hasta dar forma y color a la Divina Sabiduría. La representó en figura de ángel con alas de fuego, que lleva atributos reales y se sienta en un trono. La corona, el cetro, los vestidos y el trono, todo es de oro refulgente. El escabel de sus pies es una piedra, símbolo de la inmutabilidad. (Mª Victoria Triviño, OSC, Como un sello en el corazón, pág. 46).

 La tradición iconográfica nos muestra la Sabiduría divina bajo una figura femenina dotada de alas, y con alusiones más o menos explícitas a las manifestaciones de la escritura sobre ella.  

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2.-Los textos de la Escritura

Los iconos son catequesis de la Historia de la Salvación preparada para ser explicada a un pueblo que no sabe leer. Para ellos, la imagen, la luz y los colores van desgranando los grandes misterios de la Trinidad, de Cristo, de la Virgen y de los santos. A través de las figuras se va reflejando la santidad de Dios, cuya visión es, en último término, el Reino anunciado por los profetas y realizado en Jesucristo.

Por ello, cada tipo de icono, al anunciar la santidad del representado, desarrolla la profecía que anuncia al Salvador, profecía que en su globalidad ha sido dicha de formas muy variadas, pues «En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas»(Heb 1, 1). Aquí se recogen, en la columna de la izquierda, algunas especialmente idóneas para comprender la iconografía existente alrededor del tema de la Sabiduría divina, y, en la columna derecha, la manifestación del Nuevo Testamento de su cumplimiento en Jesucristo. El iconógrafo se fija especialmente en una de esas profecías y la desarrolla en su tablilla tal como la interioriza en su vida de trabajo y oración.

ANTIGUO TESTAMENTO NUEVO TESTAMENTO

Es efluvio del poder de Dios, emanación pura de la gloria del Omnipotente; … e imagen de su bondad. (Sab 7, 25-26)

Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser.(Heb 1,3)

El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera. (Prov 8, 22s)

Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles (Col 1,15s)

Yo estaba junto a él, como arquitecto, y día tras día lo alegraba, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, y mis delicias están con los hijos de los hombres. (Prov 8, 30s) En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.(Jn 1, 1ss)
«La sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columnas; ha sacrificado víctimas, ha mezclado el vino y ha preparado la mesa. Ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que dominan la ciudad: «Vengan aquí los inexpertos»; y a los faltos de juicio les dice: «Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la inteligencia».(Prov 9, 1-6). «Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados —judíos o griegos—, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.(1Cor 22-25)

 

El Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Is 7, 13).

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”» (Mt 1, 22s)

Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago.

Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor.(Is 11., 1)

«Sabiduría, sí… enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria». (1cor 2, 6-8).

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3.-La Tradición: Los iconos de la Sabiduría Divina

La Tradición iconográfica recoge tres tipos distintos de iconos sobre el misterio de la Sabiduría divina, la Santa Sofía.

  1. Bajo el nombre de “La Sabiduría se ha hecho una casa”, la escuela de Yaroslav ha popularizado los iconos de tipo “Iglesia”.
  2. Como “La sabiduría divina” o la “Santa Sofía”, la escuela de Novgorod ha creado los iconos de tipo “Ángel”, en el que la figura alada aparece en majestad.
  3. Un tercer tipo de iconos, bajo la denominación de “Virgen María” o “Virgen Inmaculada”, se ha desarrollado por la escuela de Kiev. 

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3.1.-La Sabiduría se ha hecho una casa

La Sabiduría se ha hecho una casaEl iconógrafo se fija en el anuncio de Proverbios: «La sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columnas; ha sacrificado víctimas, ha mezclado el vino y ha preparado la mesa. Ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que dominan la ciudad: «Vengan aquí los inexpertos»; y a los faltos de juicio les dice: «Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la inteligencia».(Prov 9, 1-6).

Se conoce su existencia en Malo-Kirillov, Monasterio cerca de Novgorod, desde mediados del siglo XVI, en la fase tardía del arte bizantino. Actualmente está expuesto en Moscú, en la Galería Tetriakov.

Es un icono con una compleja figuración, rica en alegorías, con dos partes claramente diferenciadas. En la parte superior está figurado de modo monumental una alusión, a través de siete cúpulas, a los siete concilios ecuménicos celebrados antes de la ruptura de 1054. Y sobrevolando la mismas, los siete círculos de los ángeles.

En la parte inferior, que supone dos tercios del icono, la imagen muestra de forma inmediata la Iglesia, simbolizadas por siete torres. En un balconcillo de la más centrada, el rey Salomón se dirige al pueblo mostrándole el libro de los Proverbios, en su capítulo noveno, al comienzo del cual figuran los versículos que dan pie a este icono, mientras dirige su mirada a la figura de la derecha, de no segura identificación. Algunos lo señalan como san Juan Damasceno, que parece contestar a Salomón mostrándole un pergamino con su defensa de la encarnación en la disputa iconoclasta; y, otros, con Cosme de Jerusalén, obispo de Maiuma, tocado con un turbante, que le presenta el comienzo del Tropario del Jueves Santo: “La Sabiduría infinita, fundamento y creadora de la vida, se ha construido la casa de la santa virgen Madre”.

El conjunto del cuadro dibuja diferentes estancias del interior de una casa, con varias escenas repartidas por la tabla y muy rica figuración, llena de simbolismos eucarísticos tomados de la Sagrada Escritura o de los Padres.

El sentido global del icono no es expresado por el ritmo o por la armonía de la composición, sino por las alusiones simbólicas referidas a la liturgia eucarística de las escenas. El icono exige un esfuerzo de interpretación, una cierta ilustración del sujeto que lo contempla para descifrar el hilo conductor de las metáforas que expresa.

 

Detalle del icono La Sabiduría se ha hecho una casaEl rosetón de la izquierda muestra la personalización de la Sabiduría, vestida de blanco y sentada en majestad en un triple círculo. El primero, círculo celeste, símbolo del universo. Un fondo oscuro en el interior del mismo, significa la incognoscible esencia divina. En el exterior dominan los colores púrpura y verde: un anillo rojo, dotado de ruedas y ángeles querubes, en el interior de otro verde-marrón, signo de las energías divinas,  no creadas.

El ángulo superior derecho está ocupado por un medallón de la Virgen sentada en majestad sobre un trono, dentro de un doble círculo de gloria, y mostrando al Cristo-Emmanuel sobre el pecho, el modo terrenal de presentarse la Sabiduría divina.

Entre ambos medallones –uno, la madre de Dios; otro, la Sabiduría divina- se despliega el gran dinamismo del cuadro. Aparecen dos grupos de siete personajes cada uno. En uno de ellos, se ve a los profetas y los apóstoles, como criados y servidores de la sabiduría, en ademán de repartir las viandas de la mesa: el animal degollado, los vinos y el ajuar de la misma, etc., en una doble alusión al sacramento eucarístico y al ministerio de la Palabra, alimento espiritual.

En el otro, siete jóvenes extienden sus manos para recoger los cálices que les son ofrecidos por el primer grupo, separados ambos por una mesa. Al lado, en otra mesa que hace las veces de credencia, un sirviente va preparando más vasos.

Tanto el Cristo-Sabiduría, como la personalización de la Sabiduría divina son considerados como figuras de la Iglesia, cuyo principal ministerio es la predicación del Evangelio (cfr. Mt 28, 19-20), verdadera dispensadora de la Palabra de Dios.

"La Iglesia es templo de Dios, espacio sagrado, casa de oración, convocación de pueblo, cuerpo de Cristo. (...) Es el cielo en la tierra, donde Dios trascendente habita como en su casa y pasea por ella, pero es también imagen realizada (antitypos) de la crucifixión, de la tumba y de la resurrección. (...) La Iglesia es la casa de Dios en la que se celebra el sacrificio místico vivificante y, al mismo tiempo, la parte más íntima del santuario y gruta santa. Dentro de ella se encuentran el sepulcro y la mesa, alimentos para el alma y garantías de vida. En ella se encuentran, por último, las verdaderas perlas preciosas que son los dogmas divinos de la enseñanza impartida directamente por el Señor a sus discípulos” (Germán, Patriarca de Constantinopla, citado por Benedicto XVI, Audiencia general, miércoles 29 de abril de 2009).

Este icono de la Sabiduría divina se celebra el día de la Natividad de la Virgen.  

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3.2.-“La sabiduría divina”

La Sabiduría divina, esc. de NovgorodExiste un segundo icono de la escuela de Novgorod de la Sabiduría Divina, éste de tipo “Ángel”, que es la imagen más conocida de Sofía y que no se asienta tan directamente en Prov 9, como el anteriormente considerado, sino en una figura simbólica que aparece en el mismo libro:

«El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera».

«Yo estaba junto a él, como arquitecto, y día tras día lo alegraba, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, y mis delicias están con los hijos de los hombres» (Prov 8, 22.30).

En este icono, la parte superior muestra un trono en el centro, flanqueado por tres ángeles a cada lado, inclinados ante la Hetoimasia (Ετοιμασίᾳ) la "Preparación", un término griego usado para la representación del altar como símbolo del trono divino que espera la segunda venida de Jesús.

Esta parte superior cierra el cuadro con una banda azul con estrellas, símbolo del cielo, que los ángeles sostienen de un extremo a otro.

Inmediatamente, sin dejar espacio en el trasfondo, siguiendo la vertical del cuadro de arriba abajo, aparece Cristo, en el interior de una mandorla redonda, cuya anchura muestra los radios iluminados, con los brazos abiertos en señal de acogida.

Bajo él, aparece una figura coronada, sentada de frente, con alas, portando cetro y rollo de las Escrituras. Llama fuertemente la atención el brillante color rojo de su rostro, interpretado originariamente como signo de pudor virginal, dando, con ello, soporte a la interpretación en femenino de la Sofía. El resto de la imagen, -sus alas, y el vestido- son de un color rojo púrpura, propio de la corte bizantina. Un nimbo dorado le adorna junto con la corona. Es el Ángel de la Sabiduría que ocupa la centralidad del icono, tanto por su posición como por el tamaño de la imagen.

Las siete barras verticales colocadas bajo el trono reproducen ha labrado siete columnas; (Prov 9, 1) y simbolizan los siete dones del Espíritu Santo, según Is 11,2s.

Rodean esta figura dos círculos de gloria, de color verde el interior y dorado el exterior. Sus pies descansan sobre piedra redonda, signo de plenitud y perfección, que recuerda la expresión “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Cfr Mt 16, 18).

Flanqueando a esta figura central está la Virgen, a la izquierda del espectador, con los brazos bajos, semicaídos, como sosteniendo al Cristo-Emmanuel que muestra en forma de medallón sobre el pecho.  Su colocación evoca el salmo: «Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir». (Sal 45, 10).

La Virgen, junto con san Juan Bautista, que aparece a la derecha, figura una Deesis orante. Ambos personajes descansan sobre sendos escabeles. Tras la Virgen aparecen sus padres y abuelos de Jesús, Joaquín y Ana. Tras el Precursor, San Juan evangelista, y san Juan Damasceno.

La obligada inscripción de la tabla dice simplemente: “La santa Sabiduría”. Se celebra el día de la Dormición de la Virgen.  

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3.3.-“Sede de la sabiduría divina”

La sabiduría divina, tipo VirgenHay, sin embargo, otro tipo y más complejo del icono "Sophia, Sabiduría de Dios", el llamado Sofía de Kiev , sito en su catedral. Este icono del tipo “Virgen María”, que disfruta de un lugar especial en la devoción de la Iglesia Ortodoxa ucraniana, fue realizado en el entorno de la escuela de Kiev. Presenta a la Virgen con los brazos elevados en actitud orante mientras muestra al Niño-Emmanuel en medio de una singularísima figuración. En este niño se cumple la doble profecía de Isaías: «El Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel» (Is 7, 13). «Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor» (Is 11, 1s).

Data del siglo XVII y tiene rasgos que extrañan en un canon iconográfico bizantino estricto, de signos claramente occidentales. Este icono de Kiev fue el símbolo en Rusia de María Inmaculada Concepción, probablemente por la feliz coincidencia de que en la festividad de la Inmaculada, el 8 de diciembre, se proclama el origen divino de la Sabiduría, según Proverbios:

«El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. (Prov 8, 22ss).

De alguna manera, recuerda la oración de san Bernardo a la Virgen que se puede leerse en “La Divina Comedia”:

«Virgen Madre, hija de tu Hijo,

la más alta y humilde criatura,

término fijo del consejo eterno»

(Dante, La divina comedia, El cielo, XXX, 1)

Una mirada de conjunto a este icono nos permite observar tres grandes grupos de figuras, tres grandes realidades de la Historia de nuestra salvación:

1º. La figuración nos remite expresamente a la Trinidad, a quien corresponde en plenitud la Sabiduría Divina, aunque ella no sea el motivo central del icono, ni en su mensaje, ni en la colocación de las figuras, ni en el tamaño de las mismas.

En una línea vertical, en el centro del icono, en la cima del mismo, está Dios Padre, representado como un anciano barbudo (cfr. Dan 7, 9), a menudo con un halo triangular (una adopción tardía en la iconografía ortodoxa) que significa la Trinidad; Él está expirando el Espíritu Santo en forma de paloma, y su aliento se extiende a la imagen central de María. En la ortodoxia oriental, se afirma que el Espíritu Santo procede del Padre, mientras la Iglesia romana confiesa en su credo que el Espíritu santo “procede del Padre y del Hijo”. La controversia sobre «el Filioque» ("... y del Hijo") fue un tema determinante en el cisma de 1054.

Detalle

Los brazos abiertos, y el cuerpo vuelto hacia las figuras centrales dan a entender que bendice lo que ve. Su boca parece hablar y la tradición se ha fijado en las palabras del salmista: Aunque tiemble la tierra con sus habitantes, yo he afianzado sus columnas» (Sal 75, 4).

Finalmente, la Trinidad se completa con Cristo-Emmanuel, figurado sobre el pecho de la Virgen.

2º. Nuestro Señor Jesucristo aparece como Emmanuel en el pecho de la Virgen, ocupando el lugar central de la tabla, como plenitud de la Sabiduría Divina encarnada. Desde allí, bendice con su mano derecha mientras muestra en su izquierda, como señor del universo, el globo terrestre.

Es la importancia dada a María en esta imagen, así como su habitual clasificación entre los iconos marianos, lo que ha llevado a confundir a María con la Sabiduría, cuando tradicionalmente Jesús, que es visualmente sólo una pequeña parte de esta imagen, es la Sabiduría. 

 

3º.La Virgen María, en quien se encarnó la Sabiduría Divina, ocupa el centro del icono. Tanto por la posición central como por las dimensiones de su figura, es con Jesús el “mensaje” del icono. Está flanqueada por siete columnas, y alzada en un púlpito de siete peldaños, sobre los cuales, a izquierda y derecha, se encuentran siete figuras representativas de los profetas y los padres apostólicos. El conjunto ocupa los tres cuarto inferiores del icono.

En el centro del templo María reposa sobre la luna; doce estrellas están en su aureola, representando tanto a los doce apóstoles, como a las doce Tribus de Israel. Detalle La imagen evoca Ap 12: 1: Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza

En el cuadro, la manifestación de Dios Padre se cierra horizontalmente con una bóveda de la que descienden siete columnas, referencia indiscutible de Prov. 9, 1-6. Ambas remiten a los siete dones del Espíritu Santo, según el texto de Isaías 1, 1 que se ha mostrado anteriormente: Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios.

El tipo de "Kiev" se destaca por la riqueza de sus alegorías expresadas en sus septenas, grupos de siete elementos, aunque no siempre los iconos de este tipo recogen todos. En el icono que estamos contemplando, pueden notarse:

SIETE COLUMNAS sostienen un arco que muestra el tema central del icono y es como el “nombre” del mismo: «La sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columnas». Este arco sirve de dosel a la Virgen y responden a la profecía de Prov 9.

SIETE ESCALONES desde el suelo permiten subir al púlpito, que tiene, según la visión de Ezequiel: «Un muro exterior rodeaba el templo por todos los lados. Las ventanas del vestíbulo y las palmas tenían las mismas medidas del pórtico oriental. Se subía a él por siete escalones» (Ez 40,5.22).

SIETE ARCÁNGELES

Se muestran con sus símbolos, que pueden variar de icono a icono:

  1. Miguel con una espada,
  2. Uriel con una llama,
  3. Rafael con un vaso de medicamentos,
  4. Gabriel con un lirio floreciente,
  5. Selaphiel con las manos cruzadas en oración,
  6. Yegudiel con una corona (en algunos iconos un látigo se añade), y
  7. Barachiel con flores ) Sobre un paño blanco

SIETE SÍMBOLOS DEL APOCALIPSIS:

Descritos en los siete pilares constan los dones que acompañan al Espíritu Santo, según la profecía: “Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza,  espíritu de ciencia y temor del Señor.  Lo inspirará el temor del Señor "(Is 11, 2-3).

Por lo general son, de izquierda a derecha:

  1. Un libro con siete sellos, ("El don de sabiduría")," Pero uno de los ancianos me dijo: «Deja de llorar; pues ha vencido el león de la tribu de Judá, el retoño de David, y es capaz de abrir el libro y sus siete sellos». (Ap 5, 5)
  2. Un candelabro de siete brazos; ("El don de entendimiento”);"Me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, vuelto, vi siete candelabros de oro” (Ap 1,12)
  3. Siete ojos; ("El don de consejo"); "... Y vi en medio del trono y de los cuatro vivientes, y en medio de los ancianos, a un Cordero de pie, como degollado; tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra ".(Ap 5, 6).
  4. Siete trompetas; ("El don fortaleza");"Y vi a los siete ángeles que están de pie delante de Dios; y les dieron siete trompetas." (Ap 8,2).
  5. Una mano con siete estrellas ("El don del ciencia"); "Tenía en su mano derecha siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de doble filo; su rostro era como el sol cuando brilla en su apogeo” (Ap 1:16)
  6. Siete viales de oro; ("El don de piedad") "Uno de los cuatro vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos" (Ap 15, 7).
  7. Siete truenos; (“El don del temor de Dios ")."... y gritó con voz potente como ruge el león. Y cuando gritó, los siete truenos hablaron con sus voces ". (Ap 10,3) 

SIETE PERSONAJES DEL ANTIGUO TESTAMENTO:

Siete personajes situados sobre los escalones flanquean a izquierda y derecha la figura de la Virgen. En los escalones figuran los nombres de las virtudes fe, esperanza, caridad, castidad y humildad; y de los estados de gracia y gloria. Los siete personajes son: David, Aarón y Moisés, en la parte izquierda, de abajo a arriba. Daniel, Ezequiel, Jeremías e Isaías, en la derecha, subiendo. En todos ellos, la Iglesia reconoce prefiguraciones de María Virgen. Así, en:

  1. Moisés, que vio la zarza que ardía sin consumirse, usada como una prefiguración de María con Jesús en su vientre. También las tablas de la ley, escritas por el dedo de Dios, se consideran prefiguraciones de María, que porta en su seno la última palabra de Dios.
  2. Aarón con su caña de florecimiento: "Y aconteció, que al día siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y dio a luz a los brotes, y echado flores, y produjo almendras." Esto prefigura a María dar a luz a Jesús.
  3. El rey David con el Arca de la Alianza: María es considerado como el Arca de la Alianza del Nuevo Testamento, que contiene a Jesús, a semejanza  como el Arca del Antiguo Testamento contenía la Ley , la Antigua Alianza.
  4. Isaías 07:14 en la tradición cristiana se aplica al nacimiento de Jesús de una virgen
  5. Jeremías con su vara de almendro: "Y la palabra de Jehová vino a mí, diciendo: Jeremías, ¿qué ves? Y dije: Veo una vara de almendro. " (Jer 1,11), frase que encuentra relación  con la vara de Aarón.
  6. Ezequiel con las puertas cerradas: "Y el Señor dijo a mí; Esta puerta estará cerrada, no se abrirá, y nadie entrará por ella; porque el Señor, el Dios de Israel, ha entrado por ella, por lo tanto, estará cerrada. " (Ez 44, 2). Claro un símbolo del nacimiento virginal y de la virginidad perpetua de María
  7. Daniel con la piedra sin cortar: "mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó." (Dan 2:34), simbolizando, una vez más, la  virginidad de María.

Detalle de los escalones

SIETE ESCALONES

Hay siete escalones que conducen al templo (que representa a la Iglesia, así como a María, la "casa" de Jesús). De abajo a arriba son:

1. Vera:                                fe

2. Nadezhda;                       esperanza

3. Liubov;                             amor

4. Chistota;                          pureza

5. Smirenie;                         humildad

6. Blagodat '                        gracia

7. Slava;                              gloria

 

 

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4.-Teología de la Sabiduría

Sophia, la Sabiduría de DiosAl contemplar los diferentes iconos de La divina sabiduría, se observan los siguientes rasgos comunes, más o menos explícitos:

1.-la Sabiduría aparece en el centro, con figura de un ángel de color rojo fuego, coronado y dotado de una aureola, sentada en un trono, dentro de unas esferas de gloria.

2.- La figura femenina está vestida con hábitos imperiales propios de la dinastía bizantina, destacando el color dorado brillante.

3.-Encima vemos un busto de Cristo, que tiende sus manos hacia el ángel.

4.-En lo alto, el trono de la Parusía y los ángeles.

5.-La cara, las manos y las alas son de un fuerte rojo-fuego.

6.-Sus pies se asientan firmemente en una roca, en clara resonancia de las palabras de Jesús: “sobre esta roca fundaré mi Iglesia”, la roca de la fe, de forma esférica, signo de perfección y plenitud.

7.-La Sabiduría aparece en el centro de esferas de gloria.

8.-El ángel está flanqueado por la Theotokos, que porta a Cristo-Emmanuel y por san Juan Bautista, recordando una Deisis.

9.-Las siete barras verticales colocadas bajo el trono reproducen “el palacio de siete columnas” y simbolizan los siete dones del Espíritu Santo.

La figura femenina no representa aquí una simple imagen de soporte, sino a una realidad divina de existencia eterna (Cfr Prov 8, 21ss), que es participada por el hombre como don de Dios -el sabio por antonomasia-, libremente donado.. «Es efluvio del poder de Dios, emanación pura de la gloria del Omnipotente; … e imagen de su bondad»(Sab 7, 25s).

Los comentarios patrísticos refieren este versículo a la eucaristía. También se reza en el oficio de dedicación de una Iglesia y en las fiestas marianas: en ambos casos, la Iglesia y la Virgen son receptáculos de la sabiduría.

Recorriendo la Tradición, se encuentra una rica simbología para esta imagen de la Sabiduría de Dios:

  1. Imagen del verbo encarnado:«Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles;  pero para los llamados —judíos o griegos—, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres (1Cor 22-25)».«Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria». (1Cor 2, 6-8).
  2. Según san Irineo y san Teófilo de Antioquia, la Sabiduría no es la imagen de la segunda persona, sino de la tercera hipóstasis, del Espíritu Santo.
  3. Es la imagen de la energía trinitaria, según san Gregorio Palamas
  4. La sabiduría encuentra su imagen en la Virgen
  5. La sabiduría encuentra su imagen en la Iglesia.

Dada esta riqueza simbólica, sería un error darle un significado único, aislado. La Sabiduría es atributo del Dios Trinitario y lugar de manifestación de cada persona. Más precisamente, según el esquema patrístico: ella es revelación del Padre (el Sabio) en el Hijo (la Sabiduría) por el Espíritu Santo (Espíritu de Sabiduría).  Visto en la economía de la Salvación, la Sabiduría es, más precisamente, el lugar de la diada Hijo-Espíritu Santo, que revela al Padre. Y por ello puede ser identificada tanto con el Hijo, como con el Espíritu Santo. La identificación con el Hijo es más frecuente porque el Hijo es el Verbo encarnado y tiene figura humana. (Cfr. Evdokimov,  L’art de l’icòne, pág. 297).   

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4.1.-La Sabiduría divina en la Historia de la Salvación

-Icono-Yaroslav-Orante_S.XII_Galeria-TetriakovLa Sabiduría divina no es un principio abstracto, sino una persona de origen divino que está presente en el origen de la creación: “en un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera” (Prov 8,23) “…y mi delicias están con los hijos de los hombres” ( 8, 31).

La Sabiduría divina empapa toda la creación, todo el universo, desde el mismo principio de los tiempo. “Yo salí de la boca del Altísimo y como niebla cubrí la tierra” (Eclo 24,3), y habla de sí misma como de la primera criatura de Dios, “Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y nunca jamás dejaré de existir” (Ecl 24, 9),  jugando un papel principal en la creación de todas las cosas, “Goberné sobre las olas del mar y sobre toda la tierra, sobre todos los pueblos y naciones” (Eclo 24, 6).

Expresa la elección divina del pueblo de Israel sin ambages: “Entonces el creador del universo me dio una orden, el que me había creado estableció mi morada y me dijo: Pon tu tienda en Jacob y fija tu heredad en Israel” (24, 8). Todo el capítulo 24 del Eclesiástico es, tanto un elogio de la Sabiduría hecho por sí misma, como la afirmación de la elección de Israel como heredad de Yahvé entre todos los pueblos. En él se insiste en que la verdadera sabiduría se encuentra de una manera especial en Israel y, más concretamente en la Torá, “en la ley que nos prescribió Moisés como herencia para las asambleas de Jacob” (24, 23).

Los profetas, en su continuo hablar al pueblo con la mirada de Dios, van enriqueciendo sin cesar el tema de la sabiduría. Tras el exilio se comprenderá con mayor claridad que la sabiduría humana participa de la Sabiduría divina, y que “el Señor mismo creó la Sabiduría, la vio, la midió y la derramó sobre todas sus obras” (1, 9).

En el Sinaí, rescatado el pueblo de la tiranía de Faraón y entregado en el desierto a la sola providencia de Dios, éste culmina la donación de la Sabiduría con la entrega de la Torá a Moisés y a cada israelita “El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas” (Dt 30, 14).

En el libro de la Sabiduría, escrito unos 150 años antes de Jesús, la búsqueda de la sabiduría es el camino para encontrar a Dios. Ella es vista como  “efluvio del poder de Dios, emanación pura de la gloria del Omnipotente;  por eso, nada manchado la alcanza. Es irradiación de la luz eterna, espejo límpido de la actividad de Dios e imagen de su bondad” (Sab 7, 25s).

De forma simbólica, la Sabiduría presenta la intimidad de la comunión con Dios. La Sabiduría aparece por ello recomendada con los cuidados propios de la esposa... «no la abandones y ella te cuidará, ámala y te protegerá … conquístala y te hará noble; abrázala y te colmará de honores» (Prov 4, 6.9)

Con las motivaciones profundas del amor, la Sabiduría invita al hombre a la comunión con ella y en consecuencia exige una respuesta personal de amor. Esta comunión se describe en los versículos de Proverbios 9 con la imagen bíblica del banquete: «La Sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columna; ha sacrificado víctimas, ha mezclado el vino y preparado la mesa. Ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que dominan la ciudad: “Vengan aquí los inexpertos”; y a los faltos de juicio les dice: “Venid, comed mi pan, a beber el vino que he mezclado; dejad las inexperiencias y viviréis, seguid el camino de la inteligencia» (Prov 9, 1-6) con palabras que los Santos Padres siempre han visto referidas a la Historia de la Salvación y, más concretamente, al banquete eucarístico.

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4.2- La Sabiduría y el misterio de Jesús

La revelación de Jesús enlaza con este depósito de sabiduría en el corazón y, por eso, bendice a su Padre porque había “revelado estas cosas a los pequeños” (Mt 11,25). Desde entonces, la Iglesia ha crecido a través de los siglos con esta fe: “Nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mt 11, 27).

Con esta revelación de su  Hijo mediante el Espíritu, Dios nos manifiesta su designio final, la causa de toda la creación y el contenido de la Historia de la Salvación que desarrolla con toda la humanidad y con cada uno de los hombres “En Él, por su sangre tenemos la redención, el perdón de los pecados, conforme a la riqueza de la gracia que en su sabiduría y prudencia ha derrochado sobre nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad: el plan que había proyectado realizar por Cristo, en la plenitud de los tiempos: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra” (Ef 1, 7ss).

 

ANTIGUO TESTAMENTO NUEVO TESTAMENTO

Es efluvio del poder de Dios, emanación pura de la gloria del Omnipotente; … e imagen de su bondad. (Sab 7, 25-26)

Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser.(Heb 1,3)

El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera. (Prov 8, 22s)

Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles (Col 1,15s)

   En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.(Jn 1, 1ss)

La promesa de un rey definitivo viene anunciada por un texto profético del libro de Isaías que habla de las características que tiene “el Espíritu del Señor [que] se posará sobre él.  Espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Dios” (Is 11, 2).

La Sabiduría divina aparece ante los hombres presente a lo largo de la vida de Jesús. En el Nuevo Testamento son varios los textos que presentan a Jesús lleno de la Sabiduría divina. Así, Durante su infancia en Nazaret: “Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52), y entre los doctores del templo, donde “todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba” (Lc 2, 47),

Durante los años de vida pública, sus palabras despertaban sorpresa y admiración: “Y la multitud que le oía se preguntaba asombrada: “¿De dónde saca todo es? ¿Qué sabiduría es ésa que le ha sido dada?” (Mc 6, 2).

Esta Sabiduría que le adornaba confería a Jesús un prestigio especial: “Porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas” (Mt 7, 29). Más aún, Jesús se compara con Salomón, el rey sabio por antonomasia del AT, para decir  de sí mismo “aquí hay uno que es más que Salomón” (Mt 12, 42). 

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4.3La Sabiduría y el misterio de Cristo

Tras la resurrección, con la fe pospascual, San Pablo profundiza teológicamente esta identidad de Cristo-Jesús con la sabiduría repetidas veces: “se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención” (1 Cor 1, 30).

Es más, Jesús es la “sabiduría que no es de este mundo, ni de los príncipes de este mundo... predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria” (1 Cor 2, 6-7).

Progresivamente, Pablo  contempla a Cristo cada vez con mayor intensidad como la verdadera “Sabiduría de Dios”. Así, utilizando claramente al lenguaje de los libros sapienciales, se le proclama “imagen del Dios invisible”, “primogénito de toda criatura”, “porque en él fueron creadas todas las cosas… y todo se mantiene en él” (Col 1, 15-17); Él es “reflejo de su [de Dios] gloria e impronta de su ser. ÉL sostiene el universo con su palabra poderosa” (Heb 1, 3).

Consecuentemente, la fe en Cristo, la fe en quien es la Sabiduría de Dios, se convierte tanto en el “conocimiento perfecto” de la voluntad divina, “con toda sabiduría e inteligencia espiritual”, como en la definitiva norma moral, “De esa manera vuestra conducta será digna del Señor, agradándole en todo; fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios” (Col 1, 9-10).

Unos años más tarde, San Juan, habla del Verbo que estaba en el principio, junto a Dios, y confiesa que “el Verbo era Dios” (Jn 1, 1). La Sabiduría, que el Antiguo Testamento había llegado a equiparar a la Palabra de Dios, es identificada ahora con Jesús, el Verbo que “se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14).

Como la Sabiduría en el pasaje anteriormente citado de Prov 9, también Jesús prepara el   banquete eucarístico de su palabra y de su cuerpo, porque Él es “el pan de vida” (Jn 6, 48), da el agua viva “el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed” (Jn 4, 14).   

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5.-La Sofía de la Sacristía Mayor de la Almudena

5.1.-Descripción inicial de la sacristía
5.2.-Los textos de la escritura
5.3.-Contemplación para alcanzar sabiduría

Durante el mes de septiembre de 2005, el Centro Aletti terminó el encargo recibido de modernizar la decoración de la Sacristía Mayor de la Catedral de la Almudena, en Madrid.

Se trata de una sala rectangular, de gran porte, destinada, como corresponde a una sacristía mayor, a la preparación del celebrante de la Eucaristía. Tiene sendas entradas en los lados cortos del rectángulo y tres grandes ventanales en cada lado largo. La superficie a cubrir, exceptuando los laterales cortos, es de unos 90 metros cuadrados.

El trabajo del Centro Aletti desarrolla una síntesis de tradición, teología litúrgica y sentido actual del arte litúrgico. La Tradición muestra que las sacristías mayores han sido siempre objeto de decoraciones cuidadas y brillantes; la teología litúrgica nos remite al sacramento eucarístico, a la nueva creación del cristiano cuando le alcanza la redención de Cristo; finalmente, el P. Rupnik asegura la modernidad del lenguaje artístico de sus mosaicos.

Así, a lo largo de las paredes de la Sacristía se desarrolla una visión de la creación, desde el relato del Génesis hasta la salvación lograda en la cruz. A lo largo del mosaico, la decoración muestra la perenne preocupación de Rupnik por mostrar la belleza de la creación, haciéndola accesible mediante la simple actitud contemplativa del observador, abierto a la sencillez de la figuración, y alejado de especulaciones ideológicas que le desfiguren la realidad observable. 

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5.1.-Descripción inicial de la sacristía

La Sofía de la Catedral de la Almudena, Madrid

 El visitante de la Catedral entra en la Sacristía por una de las puertas laterales, flanqueado por “las dos manos del Padre”: Cristo y el Espíritu Santo. Inicialmente, se encuentra con la visión, en la pared opuesta, de un mosaico espectacular, de más de 9 metros cuadrados representando una mujer alada. 

Al recorrerla en un primer paseo, contempla que todo el lateral izquierdo de la Sacristía le habla de la creación: las aguas, la tierra, hasta Adán y Eva; enfrente, en el lateral derecho, el bautismo de Jesús, la partición del pan en Emaús, y el descenso a los infiernos de Cristo, le presentan la nueva creación del nuevo Adán: Cristo resucitado.

Y abarcándolo todo dentro de sus enormes alas, recogiendo simbólicamente la creación y la nueva Sión inaugurada por la resurrección de Jesús, la divina Sofía.

La imagen de la Sofía divina muestra una figura femenina, sentada sobre un asiento con cojín rojo, signo de su autoridad, en el interior de unas esferas de gloria abiertas por arriba y cerradas con sus alas, como indicando que abarca el mundo creado, desde antes de que éste fuera hecho, hasta el fin de la eternidad futura. Los colores azules y rojos con los que brillan las teselas se extienden como una melodía de fondo a lo largo de la decoración de las paredes laterales, haciendo patente a la vista el significado profundo de la Sabiduría divina.  

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5.2.-Los textos de la escritura

Creación de las aguas y los pecesSabiduría divina que complacía al Creador mientras éste creaba: “El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Aún no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba las nubes en la altura, y fijaba las fuentes abismales; cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como arquitecto, y día tras día lo alegraba, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, y mis delicias están con los hijos de los hombres.» (Pr 8, 22-31). 

La sabiduría divina es la visión de Dios creador, es su idea, su imaginación, su proyecto. Por eso se puede entender justificadamente como la memoria y la custodia de lo creado. «La Sabiduría es el ángel custodio del mundo que, como un pájaro, que incuba a sus pequeños, cubre con sus alas a todas las criaturas para elevarlas, poco a poco, hacia el ser auténtico» (Cf. La Catedral de la Almudena mosaicos de la Sacristía Mayor y Sala Capitular, citado por P. Rupnik , Monte Carmelo, p. 24s).

La sabiduría divina está presente en todo lo que es creado: « La sabiduría posee un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil, penetrante, inmaculado, diáfano, invulnerable, amante del bien, agudo, incoercible, benéfico, amigo de los hombres, firme, seguro, sin inquietudes, que todo lo puede, todo lo observa, y penetra todos los espíritus| los inteligentes, los puros, los más sutiles. La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento y en virtud de su pureza lo atraviesa y lo penetra todo. Es efluvio del poder de Dios, emanación pura de la gloria del Omnipotente; por eso, nada manchado la alcanza. Es irradiación de la luz eterna, espejo límpido de la actividad de Dios e imagen de su bondad. Aun siendo una sola, todo lo puede; sin salir de sí misma, todo lo renueva y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas.» (Sb 7, 22-27). 

«Diseminada en todo lo creado, habita la presencia de una memoria divina que custodia el mundo en su designio primero, es más, lo conduce hacia una cada vez más explícita revelación de esta realidad interior del mundo. La esencia celeste escondida bajo las apariencias del mundo inferior era el espíritu luminoso de la humanidad regenerada, el Ángel custodio de la tierra, la manifestación futura y definitiva de Dios» (SOLOVIEV, citado en: CERVERA BARRANCO, PABLO, El arte de Marko I. Rupnik y del Centro Aletti, Madrid 2011, p. 5.).

No estamos ante una idea o una abstracción, porque la Sabiduría divina es contemplada por la Escritura como un principio de pensamiento vivo. Atañe a Dios y a Él se dirige, y, por eso, la Sabiduría ayuda a personalizar a quien la posee. Como hemos visto antes, la Sabiduría se sitúa, según su modo propio, en Cristo, en la Virgen y en la Iglesia. 

“Hoy día, cuando una mentalidad basada sobre los principios abstractos ha creado una ciencia y un saber que no tienen en cuenta la verdadera vida, es especialmente importante hacer ver que las ideas se radican en las ideas de Dios y que por eso están vivas. Lo mismo ocurre también con nuestras imágenes. Se trata, por tanto, de un modo sapiencial de pensar. Sabiduría que une conocimiento y vida. Conocimiento que se traduce en un estilo de vida que hace que la vida dure eternamente”. (http://www.centroaletti.com/)

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5.3.-Contemplación para alcanzar sabiduría

Volvamos a la sacristía, ante el mosaico de la Santa Sofía. Rodeando en esta Sacristía al espectador con todo el plan salvífico, tal como se desarrolla en las paredes laterales, y abrazándole con las alas de la Sofía, el artista, el P.Rupnik le propone un ejercicio de realismo. Está invitado a contemplar la belleza que Dios imprimió en el universo creado, y a conmoverse por el amor desplegado en la redención ganada por Cristo.

La sencillez de las teselas, los colores puros y la evidencia de la materia como elemento de todo el mosaico le invitan a dejarse llevar por el asombro que produce la decoración de la Sacristía, a huir de cualquier tentación de ideologización del arte que contempla, a abandonarse al sentimiento de veneración que espontáneamente surge de la presencia del Misterio que tan fuertemente evoca toda la figuración sagrada.

Sacristía Mayor de la Almudena

Si el espectador entró internamente dividido entre lo que piensa y lo que vive; si acostumbra a juzgar las impresiones de sus sentidos a través de teorías sociológicas, económicas o culturales; o si, finalmente, es hombre de pensamiento “políticamente correcto”, es invitado a dejarse llevar por el bienestar que produce, nada más entrar,  la decoración y el trasfondo de las paredes de la Sacristía, llenas de colores puros fuertemente potenciados por la luz que entra por los grandes ventanales de la sala.

Este primer contacto con la belleza ya es un encuentro con lo Bello, con Dios, porque «Diseminada en todo lo creado, habita la presencia de una memoria divina que custodia el mundo en su designio primero; es más, lo conduce hacia una cada vez más explícita revelación de esta realidad interior del mundo. La esencia celeste escondida bajo las apariencias del mundo inferior era el espíritu luminoso de la humanidad regenerada, el Ángel custodio de la tierra, la manifestación futura y definitiva de Dios» (Soloviev, cfr. El arte de Marko I. Rupnik y del Centro Aletti, antes citado).

Las dos manos del Padre

El bienestar procurado por la luz y el color prepara el cuerpo y el ánima a la contemplación no discursiva de la rica figuración del mosaico y, puestos ante la Sofía, a sentir la presencia de la Sabiduría divina como algo que está presente ante él en ese momento, que le abre ojos nuevos para ver las escenas de la creación, que tiene a su lado derecho. Se le aparecerá como nuevo lo que ha aprendido a conocer de la relación entre Dios y lo creado. Admirará asombrado que todo ello aparece transfigurado en los mosaicos del lado izquierdo de la Sacristía, donde todo se “recrea”, donde todo habla del cumplimiento de la Palabra del Apocalipsis: «Mira, hago nuevas todas las cosas»(Ap 21, 5)”, donde Cristo es el nuevo Adán, la Virgen la nueva Eva, y el conjunto una nueva creación. 

Si nos dejamos empapar por los sentimientos que suscita toda la catequesis de la Sacristía y hacemos una “composición de lugar” al estilo ignaciano, podemos recrear en nosotros la estupefacción de los judíos contemporáneos de Jesús, que estaban acostumbrados a escucharle definiéndose entre extremos paradójicos: profeta, incluso más que profeta, mesías; Rabí y maestro, pero habla con autoridad no conocida en los escribas y fariseos; que volverá en la gloria propia de la divinidad, pero antes debe sufrir y morir a manos de los hombres; es el Hijo de Dios vivo, pero no puede anunciarse antes de que se cumplan las profecías sobre el siervo de Yahvé.

Cristo en su descenso a los infiernosTambién le escucharon una autopresentación sorprendente: «Entonces algunos escribas y fariseos le dijeron: «Maestro, queremos ver un milagro tuyo»... Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón». (Mt 12, 38.42)

Es una “composición de lugar” comprometedora, porque la Sabiduría nos interpela personalmente y pide una adhesión a la Trinidad que se nos hace presente a través de la iconografía. En el lateral derecho, el Padre a través del mosaico de la creación; a través de todo el lateral izquierdo, a Cristo, muerto y resucitado, alimentando a su Iglesia simbolizada en los discípulos de Emaús; en el fondo, al Espíritu Santo, en el icono de Pentecostés, donde se figura a la Virgen en medio de una catarata de dorados rayos divinos.

La Sabiduría es también, para los teólogos orientales, la memoria que vive en la creación custodiando su significado. Esta Memoria-Sabiduría recuerda que Dios Padre crea con el Espíritu Santo, por medio del Hijo y en vista de este Hijo que se encarna. (Spidlik, Tomás, La espiritualidad del oriente cristiano, Monte Carmelo, Pag. 225).  

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6.-Orar con la sabiduría

Dentro de las culturas de todos los pueblos se contiene la intuición religiosa de que la realidad visible necesita un nexo con lo divino para ser comprendida. Algunas veces, la materia se ha considerado más un obstáculo que un puente para esa comprensión y, por ello, la filosofía griega aconsejaba abandonar lo visible para subir a lo invisible.

Desde los primeros momentos los apóstoles invitaban a pedir el don de la sabiduría:

«Y si alguno de vosotros carece de sabiduría, pídasela a Dios, que da a todos generosamente y sin reproche alguno, y él se la concederá». (San 1,5).

«La sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, intachable, y además es apacible, comprensiva, conciliadora, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sincera. El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz». (San 3:17s)

Los santos Padres enseñaron que, en la creación, la eterna Sabiduría se ha materializado en cada ser creado, en la realidad visible, donde ha dejado unas “semillas”, a modo de Sabiduría creada, que hablan al hombre que sabe mirar del autor del universo. Descubrir esta dimensión en las criaturas eleva al hombre, todavía en la tierra, hasta quien ocupa el trono celestial, hasta el cielo.

A través de María, la primera criatura que supo ver la divina Sabiduría en Jesús, y de Juan el Bautista, que en Jordán contempló la epifanía trinitaria durante el bautismo de Jesús, los cristianos nos dirigimos al Padre eterno invocando para nosotros el don de la Sabiduría,

Como modelo de oración invocando sabiduría, la Escritura nos ofrece la oración de Salomón:

«Dios de los padres y Señor de la misericordia, que con tus palabras hiciste todas las cosas,  y en tu sabiduría formaste al hombre, para que dominase sobre las criaturas que tú has hecho,  y para regir el mundo con santidad y justicia, y para administrar justicia con rectitud de corazón. 

Dame la sabiduría asistente de tu trono y no me excluyas del número de tus siervos, porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva, hombre débil y de pocos años, demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes. Pues, aunque uno sea perfecto entre los hijos de los hombres, | sin la sabiduría, que procede de ti, será estimado en nada. 

Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras, que te asistió cuando hacías el mundo, y que sabe lo que es grato a tus ojos y lo que es recto según tus preceptos. Mándala de tus santos cielos, y de tu trono de gloria envíala, para que me asista en mis trabajos y venga yo a saber lo que te es grato. Porque ella conoce y entiende todas las cosas, y me guiará prudentemente en mis obras, y me guardará en su esplendor.

Así aceptarás mis obras, juzgaré a tu pueblo con justicia y seré digno del trono de mi padre. Pues, ¿qué hombre conocerá el designio de Dios?, o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere?  Los pensamientos de los mortales son frágiles e inseguros nuestros razonamientos, porque el cuerpo mortal oprime el alma y esta tienda terrena abruma la mente pensativa. 

Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance, | ¿quién rastreará lo que está en el cielo?, ¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría | y le envías tu santo espíritu desde lo alto? Así se enderezaron las sendas de los terrestres, | los hombres aprendieron lo que te agrada | y se salvaron por la sabiduría». (Sab9 1-6. 9-18)

Y añadamos la petición de que se haga en cada uno de nosotros la misma respuesta de Dios:

«Por haber sido ese el deseo de tu corazón y no haberme pedido riquezas, bienes, gloria, la muerte de tus enemigos y ni siquiera una vida larga, pidiéndome en cambio sabiduría y ciencia para regir a mi pueblo, del que te he constituido rey, se te concede ciencia y sabiduría; y te daré también riquezas, bienes y gloria que no tuvieron los reyes que te precedieron ni tendrán los que te sucedan» (2Cro 1, 7-12).

por la intercesión de María, nuestra madre.

Salve, sagrario de arcana Sapiencia;

Salve, despensa de la Providencia.

Salve, por ti se confunden los sabios;

Salve, por ti el orador enmudece.

Salve, por ti se aturden sutiles doctores;

Salve, por ti desfallecen autores de mitos;

Salve, disuelves enredos de agudos sofistas;

Salve, rellenas las redes de los Pescadores.

Salve, levantas de honda ignorancia;

Salve, nos llenas de ciencia suprema.

Salve, navío del que ama salvarse;

Salve, oh puerto en el mar de la vida.

Salve, ¡Virgen y Esposa!
(Akathistos, 17)
 
Por Cristo, nuestro Señor. Amén

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