Rezando con los iconos

"Así como la lectura de los libros materiales permite la comprensión de la palabra viva del Señor, del mismo modo el icono permite acceder, a través de la vista, a los misterios de la salvación" (Juan Pablo II, Duodecimum saeculum).
 

 

 

El icono del juicio final

Icono Apocalipsis de la catedral de la Asunción, Kremlin

 

 

 

 




 
 
 

Volver al principio

1.- Introducción

La contemplación del icono de “El juicio final” produce una sensación de alivio en el alma del penitente que lo contempla iluminado con la luz de la fe. Sus imágenes no están creadas para atemoralizarle, sino para facilitarle la mirada interior, el examen de conciencia, para hacerle pensar acerca de sus pecados. La contemplación del icono no lleva a perder la esperanza, sino a iniciar la conversión, el arrepentimiento
No debe extrañar que en Rusia las composiciones del Juicio Final aparecieran muy temprano, desde poco después de su bautismo, en 989, pues fueron un medio catequético importante para persuadir a los todavía paganos para que se convirtieran a la fe de Cristo.

No deben confundirse los iconos de “El Juicio final” con las imágenes del icono del “Apocalipsis”. Este último tiene su apoyo escriturístico en el libro del Apocalipsis, de san Juan, y, por extensión, en la literatura apocalíptica del AT. En cambio, “El Juicio final” se inspira en las referencias evangélicas casi exclusivamente, como veremos, y por eso la tradición de la pintura de iconos rusa, ya desde el siglo XV, o incluso antes, distinguía entre las imágenes del Apocalipsis y el Juicio Final.

El Juicio final puede ser un motivo del Apocalipsis (en sentido estricto lo es), como puede verse, por ejemplo, en el icono del siglo XV de la Catedral de la Asunción, del Kremlin de Moscú

 

Volver al principio

2.-Las primeras expresiones del Juicio Final

En el siglo XII los primeros frescos del Juicio Final aparecieron en Rusia, en el monasterio de San Cirilo, en Kiev. Posteriormente, el Juicio Final se estableció como obligado en el sistema de pinturas murales de las iglesias bizantinas y rusas, ocupando en el interior de la nave la parte superior de la puerta de entrada, de manera que el fiel lo contempla al salir del templo, al abandonar la “nave” de la iglesia.

En el siglo XV, Rublev y Daniel “el negro” dejaron sus testimonios de “El juicio final” en la Catedral de la Asunción, de Vladimir. El icono más antiguo conservado hasta nuestros días se encuentra en la Catedral de la Asunción, del Kremlin de Moscú, y está datado en el siglo XV.

 

Volver al principio

3.-Los textos

En general, el icono del Juicio Final responde al texto del Evangelio del capítulo 25 de san Mateo, que con sus parábolas de las “Vírgenes necias y prudentes”, de “los talentos” y de “la separación de los pecadores y los justos” forman el marco evangélico que expresa con mayor precisión la idea de la justicia divina. 

Son los conocidos discursos de Jesús sobre las vírgenes necias y prudentes
“Entonces se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo...
Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».(Cfr Mt 25, 1-26)

 

y sobre el juicio final
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras”(Mt 25, 25ss)

 

Estas palabras informan los motivos inspiradores de los primeros frescos del “Juicio Final” que aparecen en tiempos tan tempranos como las catacumbas del siglo IV. Extractos de esto textos casi siempre se pueden ver en el trono vacío ( Etimasia) que figura en el centro del icono.

Como se señala en la Introducción, los iconos del “Apocalipsis” se basan principalmente en el libro de igual título del apóstol Juan, y el "Juicio Final" se apoya en el Evangelio, sin que los modelos sean tan restrictivos que no permitan a unos y otros utilizar las profecías escatológicas de Daniel y Ezequiel, que hablan sobre el fin de los tiempos. Motivos "apocalípticos", ya de Juan, ya de los profetas mencionados, pueden estar presentes en el icono del “Juicio Final” sin mayores problemas.

La visión del profeta Daniel, en la escena del juicio final sobre el momento del fin:
«Un tiempo y dos tiempos y medio tiempo. Cuando acabe la opresión del pueblo santo, se cumplirá todo esto». (Dan 12, 7),

 

tan utilizada por Juan en su Apocalipsis abonan la utilización de las imágenes apocalípticas de Daniel en el icono del "Juicio Final”:
“Y haré que mis dos testigos profeticen durante mil doscientos sesenta días, vestidos de sayal” (Ap 11,3)
“Pero el atrio exterior del santuario déjalo fuera y no lo midas, porque ha sido dado a los gentiles, y pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses.” (Ap 11, 2)
“Y le fueron dadas a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volara al desierto, a su lugar, donde es alimentada un tiempo, y dos tiempos y medio tiempo, lejos de la presencia de la serpiente” (Ap 12, 14)

 

Aparece con suma frecuencia en nuestro icono el tema de “El río ardiente” conocido como «Persiguiendo a la Virgen", que es traducción casi literal del versículo del Apocalipsis que habla de esto:
“Y vomitó la serpiente de su boca, detrás de la mujer, agua como un río para hacer que el río la arrastrara. Y la tierra ayudó a la mujer, y abrió la tierra su boca y se tragó el río que había arrojado el dragón de su boca” (Ap 12, 15s)


 

Volver al principio

4.-La iconografía del Juicio final

El canon iconográfico del "Juicio final"Como indicamos en la Introducción, “No deben confundirse los iconos de “El Juicio fina” con las imágenes del icono del “Apocalipsis”. Este último tiene su apoyo escriturístico en el libro del Apocalipsis, de san Juan, y, por extensión, en la literatura apocalíptica del AT. En cambio, “El Juicio final” se inspira en las referencias evangélicas casi exclusivamente, como veremos, y por eso la tradición de la pintura de iconos rusa, ya desde el siglo XV, o incluso antes, distinguía entre las imágenes del Apocalipsis y el Juicio Final.”

Pero la utilización de la “Visión de Daniel” como antecedente profético de las palabras de Jesús sobre el Juicio final, hace que exista en la iconografía del siglo XV una interpenetración del Apocalipsis y el Juicio Final. Por ejemplo, los animales simbólicos de la profecía de Daniel son un elemento imprescindible en ambas series de iconos.

La iconografía del "Juicio Final" en el arte ruso tomó forma en los siglos XIV – XV, en un tiempo en el que la influencia de los artistas griegos llegados a Rusia (véase la página de Teófanes el Griego) era decisiva en la configuración del arte ruso. Por eso, en este tiempo, los iconos rusos estaban especialmente cerca del canon griego.

A partir de ese tiempo, los primeros iconos rusos mostrarían las siguientes características iconográficas, indudablemente bizantinas:
• Adán y Eva se encuentran en en el rango intermedio, arrodillados ante el trono vacío o Etimasia, generalmente en un plano inferior al de la Virgen y Juan Bautista;
• El Seno de Abraham muestra la figura del “Buen ladrón”
• Los justos que marchan al Edén debajo de la composición van a encontrarse con otros justos que ya están en el paraíso.
• El flujo ardiente es claramente visible.
• El lugar de Daniel y el ángel carece de puesto fijo en la composición, pudiendo aparecer en diferentes lugares, pero siempre en la mitad izquierda del cuadro.;
• Las bestias del reino apocalípticas, tan propias de la visión de Daniel, se encuentran en el lado derecho del icono. 
• Las órdenes de los justos son como si estuvieran inscritas en ábsides separados;
• La  Jerusalén clestial puede estar ausente. 
• El calvario puede ser visible en la esquina superior izquierda.

Esta figuración omnipresente en el tema del Juicio final hace que, de hecho, desde el siglo XV, la iconografía del Juicio final revele la existencia de un canon iconográfico, cuyo modelo inicial sería el icono que con este motivo adorna la Catedral de la Asunción, en el Kremlin de Moscú.

 

5.-Análisis detallado del icono

Icono del Juicio Final. Solvychegodsk, c.siglo XVI

 

 

 

El icono del juicio final, escrito por el maestro Pskov en la primera mitad del siglo XVI para la Catedral de la Anunciación de la ciudad de Solvychegodsk (ahora ubicada en el museo histórico y de arte local), es una composición compleja de múltiples figuras de una iconografía establecida como canónica para la familia de iconos del "Juicio final" que nos va a servir de modelo para el estudio del icono.

Dividiremos el icono en cinco registros o franjas horizontales, para mejor examen y comprensión de conjunto de símbolos que en él se contienen, con imágenes tomadas de Wikimedia Commons

 

 

 

 

 

 

Registro 1º, parte superior del icono


En la parte superior del icono a menudo se representa al Dios de los Ejércitos, sentado en un círculo que representa el Cielo, su Reino. Todo el rango superior está situado sobre un mar de nubes.

En el lado izquierdo del icono aparece el Paraíso en la forma de la ciudad santa, la ciudad de Dios Padre, la Jerusalén celestial. En ella están los justos, bendecidos del Padre Celestial, que heredan el Reino preparado desde la fundación del mundo (Cf. Mateo 25:34). Aparecen sentados según grupos de tres en mesas ovaladas o cuadradas, ya servidas de viandas.

En el lado derecho del registro superior se repite la composición del Señor de los ejércitos sentado en el trono. Simboliza esta composición, tanto el envío del Hijo Unigénito como Señor del Universo, como la futura y segunda venida de Cristo. Si en el primer caso lo hizo como ofrenda sacrificial por la salvación de la raza humana, en el segundo llegará como Juez para el examen final de los hombres. Encima, un coro de ángeles bendice este designio divino.

Más a la derecha, dentro de un círculo, aparece otro grupo de ángeles de Dios. Estos están empujando a los ángeles rebeldes al infierno.

En el registro 2º

Franja 2ª del Juicio Final. SolvychegodskMás abajo del registro superior se presenta a Jesucristo, sentado en un trono, en el interior de un círculo que representa el universo, como símbolo de su señorío y Juez del mundo.
El grupo central es una Deesis formada por la Madre de Dios y Juan el Bautista, intercediendo por la raza humana. A sus pies están Adán y Eva, los padres de la raza humana, representando a todos los justos y redimidos, en actitud de adoración, situados en forma semejante a como estamos acostumbramos a verlos en los iconos de la Anástasis o Bajada a los infiernos.

Flanquean la Deesis central los apóstoles (seis en cada lado), con libros abiertos en sus manos. Detrás de los apóstoles hay ángeles y, entre ellos,  los cuatro arcángeles: Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel.

Debajo de los apóstoles, ya en un registro inferior, están los hombres que van al juicio: los justos están a la derecha de Cristo, los pecadores están a la izquierda.

Finalmente, como haciendo marco vertical del icono a esta altura del 2º registro, aparecen ángeles: los ángeles celestiales de Dios a la derecha de Cristo (izquierda del espectador); y a su izquierda están los ángeles arrojados como demonios al infierno.

En el registro 3º, parte central del icono

Franja 3ª, centro, del Juicio Final. SolvychegodskEn el centro de este registro está el Trono-altar vacío o etimasia, etimasia preparado con todos sus rasgos característicos. Este es el trono del salmo 9:
Defendiste mi causa y mi derecho, sentado en tu trono como juez justo. Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío y borraste para siempre su apellido” (Sal 9, 5s).

Bajo la imagen de Cristo que vimos en el registro inmediatamente encima de éste, anterior, se escribe un trono vacío, preparado para quien ha de juzgar, en el que se encuentran los diversos atributos del Jesús que ha de venir como el Cordero del Apocalipsis: la Cruz, los instrumentos de la pasión y abierto el "Libro de la vida", con el registro de todas las palabras y los hechos de los hombres.

Hay dos ángeles flanqueando al grupo que está en torno al trono vacío. Ambos tienen desplegado un rollo con textos evangélicos. El de la izquierda del espectador se dirige a los justos con el rollo apuntando hacia arriba, señalando directamente la Jerusalén celestial que han de habitar. El de la derecha, con el papiro hacia abajo, señala a los condenados las consecuencias de su impiedad mostrándoles el sitio del infierno.

A ambos lados del trono se muestran las muchedumbres ante el momento del juicio: los santos y los justos, representados por el pueblo judío encabezado por Moisés, se encuentran a la derecha del Juez; en su lado izquierdo, los paganos. Ambos dejan ver su pertenencia y condición a través de inscripciones, vestimentas o atributos.

En el registro 4º
Franja 4ª  del Juicio Final. Solvychegodsk

El registro inmediatamente por debajo del anterior presenta cuatro esferas en las que se han figurado las siguientes composiciones:
1. la Madre de Dios sentada en un trono y flanqueada por dos ángeles;
2. El profeta Daniel, acompañado por un ángel que le señala el sentido de su sueño, contenido en la esfera siguiente.
3. La esfera con la escena de la "Visión del profeta Daniel", donde vemos cuatro animales que simbolizan los reinos que morirán: babilónico, macedonio, persa y romano. El primero, en forma de oso; el segundo, como animal mitológico de cabeza de águila y cuerpo de león; el tercero, en forma de león, el cuarto, en la imagen de una bestia con cuernos.
4. La última esfera está dedicada a la historia futura, cuando "La tierra y el mar devuelvan a los muertos". En el centro una figura femenina simboliza la tierra, y a su alrededor aparecen los primeros resucitados de entre los muertos.
5. En el centro del icono hay dibujado una especie de rosario serpenteante dotado de 20 anillos, símbolos cada uno de alguna de las pruebas que el alma humana debe vencer antes de llegar justificada al Juicio final. Esta “serpiente”, que arranca desde las fauces de uno de los demonios del infierno, asciende hasta los pies de Adán, situado a los pies del Cristo-Juez como puede verse en el registro anterior, el registro 3º

Registro 5º, parte inferior del icono

Franja 5ª, inferior, del Juicio Final. Solvychegodsk
Franja 5ª, inferior, del Juicio Final. Solvychegodsk

En la esquina inferior derecha del icono, se representa el infierno: el fuego del infierno, en el centro del cual se sienta Satanás.

El inframundo se representa como una roca que invade todo el escenario, sobre la cual se desatan las llamas infernales. En la roca existen cuevas oscuras con pecadores que se queman en el fuego y son atormentados por los demonios.

En la figura del "infierno ardiente", se representa el infierno, dentro del cual, cuan bestia terrible, aparece Satanás sentado como “rey de este mundo” con el alma de Judas en sus manos.

En la parte izquierda de este registro inferior del icono se representa el Seno de Abraham, donde los justos esperan la liberación del Mesías. Pueden observarse diferentes grupos:
• A nuestro padre Abraham, con Isaac y Jacob y las almas de los justos, que se sientan entre los árboles del paraíso;
• A la Madre de Dios en el trono con dos ángeles y el buen ladrón a los lados, contra el fondo de los árboles.
• La procesión de los justos avanza hacia las puertas cerradas del paraíso. Los primeros en esta larga procesión son los apóstoles, encabezados por Pedro con las llaves del paraíso en su mano.

 

Volver al principio

6.-Teología

La Parusía_Rupnik_Capilla Redemptoris Mater, Vaticano

La Parusía_Rupnik_Capilla Redemptoris Mater, Vaticano

 

La fuente principal que inspira los trabajos de los iconógrafos es la sagrada escritura, que recoge prolijamente los aspectos relacionados con los últimos días y, concretamente para este icono, lo referente al juicio último: su anuncio, su irremediabilidad y la autoridad de Cristo como juez universal en ese momento

Mateo recoge tanto las primeras palabras de la predicación de Jesús:
"Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos" (Mateo 4,17 ),

 

como el necesario juicio universal que habrá al final sobre el acogimiento de dicha predicación:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria  y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.  Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre" (Mt 25, 31ss),

 

como la autoridad de Cristo para ser único juez:
“Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. En verdad, en verdad os digo: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.  En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán ”(Jn 5, 22ss)

 

Una venida que ve Juan anunciada por el mismo Cristo:
"Mira, yo vengo pronto y traeré mi recompensa conmigo para dar a cada uno según sus obras" (Ap 22,12)


Para el logro del reino de Dios el hombre debe volverse a Él, “con-verter” su mirada y su corazón al autor de su existencia y salvación y, para ello, aparece el arrepentimiento como condición indispensable de esa actitud. Nunca ha sido para la Iglesia el arrepentimiento del pecador un problema teórico o abstracto, sino una práctica necesaria en la vida espiritual, porque, como enseña san Pablo:

"Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez; y después de la muerte, el juicio" (Heb. 9:27).
"Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos. 23 Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes" (1 Cor. 9, 22s).
No se sigue de la voluntad de Dios una actitud de desengaño o temor ante el juicio postrero, pues como enseña la historia de Job y el canto del salmista, Dios es el socorro y el auxilio, no la condena y el castigo:
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
.......
«¿Qué ganas con mi muerte, con que yo baje a la fosa? ¿Te va a dar gracias el polvo, o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme». Cambiaste mi luto en danzas, me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. (Sal 30)

Todo el icono nos habla de la misericordia divina, suplicada para la humanidad al Padre por la Iglesia triunfante y expresada magníficamente por esa Deesis central (ver registro 2º) donde se muestra a Cristo flanqueado por su madre y Juan Bautista y, en un plano algo inferior, a Adán y Eva, todos en actitud de oración por todas y cada una de las almas que van a ser juzgadas.

La iconografía del Juicio Final es una de las páginas maravillosas de la historia del arte de la iglesia, no sólo por la complejidad de la trama, sino por el profundo impacto en el alma de la persona que, reconociéndose pecadora, vuelve su mirada a Dios en súplica confiada hacia su divina misericordia y solicita su perdón y su gracia.

 

Volver al principio

7.- Oración

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,  por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,  limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,  tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,  cometí la maldad que aborreces. 

En la sentencia tendrás razón,  en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,  pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,  y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;  lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,  que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,  borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,  renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,  afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios,  Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,  y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen:  si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios  es un espíritu quebrantado; 
un corazón quebrantado y humillado,  tú, oh Dios, tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,  reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,  ofrendas y holocaustos, 
sobre tu altar se inmolarán novillos.

(Salmo 50)

Volver al principio

Volver al principio