Rezando con los iconos

"Así como la lectura de los libros materiales permite la comprensión de la palabra viva del Señor, del mismo modo el icono permite acceder, a través de la vista, a los misterios de la salvación" (Juan Pablo II, Duodecimum saeculum).

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La imagen cristiana en Occidente

Basílica paleocristiana

3.-SIGLOS IV-VI


 

 

 

El siglo IV se inicia con grandes cambios en la vida del Imperio y de los cristianos. En 303 se abolen los derechos legales de los cristianos y se da comienzo a la más cruel persecución contra ellos; en 311 se promulga el edicto de tolerancia por el que cesan las persecuciones; dos años después, en 313, se permite el culto cristiano sin ningún tipo de cortapisas; finalmente, en al año 380 el emperador Teodosio proclama a la iglesia cristiana como iglesia oficial del Imperio.

Han pasado tres siglos y no está de más recordar que los cristianos de este cuarto siglo que está emergiendo nacen y se desarrollan en la cultura judía. Aunque de extracción humilde generalmente, la penetración social del cristianismo, en esta época, abarca no sólo a esta población humilde. Se conoce la existencia de cristianos que, curiosamente, eran sacerdotes del culto romano (a ellos se referirán los cánones 2, 3, 4 y siguientes del Concilio de Elvira), que incluía también el culto imperial.

 

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3.1.-En Occidente:

 

3.1.1.-El concilio de Elvira
Por estas fechas, entre 303 al 309, se celebró en Elvira, ciudad vecina de nuestra actual Granada, un concilio al que asistió el famoso obispo Osio de Córdoba.

Se aprobaron 81 cánones, todos disciplinarios, que arrojan mucha luz sobre la vida religiosa y eclesiástica de los cristianos españoles en la víspera del triunfo del cristianismo. Para nuestro estudio es interesante el canon que hace referencia a las imágenes pintadas en los muros interiores de los templos: Canon 36. Que no haya pinturas en las iglesias
"Se acordó que no haya pinturas en las iglesias, para que no se pinte en las paredes lo que se venera o se adora". (SOTOMAYOR, MANUEL y BERDUGO, TERESA. Traducción de las Actas del Concilio de Elvira, Facultad de Teología. Granada).

Este canon 36 prohíbe que en las iglesias haya pinturas y da testimonio de la existencia de una corriente cristiana contraria al uso de imágenes sagradas, representada por Tertuliano en su tratado De idolatría (V), escrito en el año 211. En él se prescribe que en las iglesias no haya pinturas, porque no está bien que se pinte en las paredes lo que se venera y adora. El canon 36 no se refiere directamente al culto de las imágenes: lo que prohíbe no es dar culto a las imágenes pintadas en las paredes de las iglesias, sino pintar en las paredes de las iglesias aquello a lo que los cristianos dan culto. Los legisladores de Elvira se manifiestan por tanto partidarios de la corriente anicónica del cristianismo, de la que existen otros insignes testimonios. (cfr. SOTOMAYOR MURO, MANUEL y BERDUGO VILLENA, TERESA. Traducción de las Actas del Concilio de Elvira, Facultad de Teología. Granada).

 

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3.1.2.-El comienzo del arte cristiano
La "paz de la Iglesia", establecida por Constantino convierte a altos dignatarios eclesiásticos en autoridades del Imperio y ello hace fluir hacia el culto grandes donaciones oficiales y particulares que, al mismo tiempo que hacen gloriosamente humana el culto divino, también hablan de la ostentación y grandeza de los donantes.
A su estela se desarrolla el patrocinio imperial y el aumento de la riqueza de la Iglesia. Ambos promueven un lujo muy vinculado a la nueva religión, que desarrollará la artesanía tanto de productos profanos como litúrgicos. A medida que avance el siglo IV, los talleres de orfebrería o marfil se irán multiplicando en las diversas ciudades del imperio y el arte irá perdiendo la uniformidad del principio.

El inventario de las donaciones hechas por Constantino a las iglesias de Roma muestra que la vajillas de oro o plata para usos litúrgicos, o los muebles destinados al culto, no son excepcionales, pero el material conservado es raro. De hecho, es difícil todavía hablar de arte cristiano, pues los mismos tesoros eclesiásticos contienen muchos objetos profanos o de carácter pagano y, en el interior del mobiliario de las iglesias, los muebles son en la mayoría de los casos idéntico al material profano.

La conversión al cristianismo de la corte imperial va a producir un tráfico de la autoridad de Constantino hacia los altos dignatarios eclesiásticos que poco a poco van a convertirse en personajes relevantes de la organización del Estado. Imperceptiblemente, la liturgia asume gestos propios del protocolo de la corte; se solemniza el vocabulario artístico; se precisan mayores edificios para poner los inmuebles eclesiásticos al nivel de los profanos; los templos se hacen monumentales, compitiendo en majestad con los templos del panteón romano.

La financiación de la Iglesia y de su alto clero queda en manos del emperador y de la clase acomodada, y las manifestaciones artísticas cristianas sacan provecho de este nuevo status. El alto poder económico de los nuevos mecenas crea un arte de gran lujo, realizado en materiales nobles por artesanos cada vez mejor valorados socialmente.

Serán la arquitectura y la pintura mural, plasmada a través del mosaico de teselas, las manifestaciones artísticas más beneficiadas en estos siglos IV al VI.

Planta de basílica cristiana

 

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3.1.3.-La arquitectura: las basílicas.


La presión de las masas convertidas a la nueva religión del imperio obliga a hacer nuevos edificios que puedan acogerlos. En el siglo IV se levantan las grandes basílicas romanas de San Pedro, San Pablo Extramuros, San Juan de Letrán y san Lorenzo. Hasta Tierra Santa llegaron los beneficios del nuevo mecenazgo imperial: Constantino financió las obras de las basílicas de la Natividad, en Belén, y del Santo Sepulcro, en Jerusalén.

La construcción viene inspirada generalmente por las basílicas civiles (planta basilical, con un ábside hacia el este y entrada pequeña en el lado opuesto, y posiblemente un transepto); otras veces es la sala funeraria romana o la arquitectura de las termas las que sirven de patrones que deben adaptarse a las necesidades de la liturgia cristiana.

En versión más modesta, durante el siglo IV se construyeron no menos de 50 catedrales sólo en Italia, que al fin del siglo registraba 54 sedes episcopales. En los siglos siguientes, la adaptación a las exigencias de la liturgia cristiana fue cada vez más precisa, contando con los espacios propios de la actividad normal: salas para las reuniones de la comunidad, baptisterio, salas de acogida de peregrinos, atrio de los gentiles, nártex, etc.

Poco a poco se irá abandonando el patrón romano para dar nacimiento a un arte de características cristianas muy específicas: el arte bizantino.

 

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3.1.4.-Edificios de planta centralizada.

Las plantas centralizadas se van a dedicar a los martyria y para los baptisterios, que tiene funciones litúrgicas propias y dejando la planta longilínea de las basílicas para el culto.

Los martyria o mausoleos eran construcciones suntuarias y monumentales destinados generalmente a contener los restos funerarios de celebres personajes. Cuando se trataba de un mártir recibían el nombre de martyrium y se convertía en lugar de culto y veneración.

En occidente predomina la planta de cruz griega y aparecen adosados a la iglesia, mientras que en oriente son de planta poligonal, de gran porte y generalmente con funciones de templo.

Los baptisterios, son sencillos edificios destinados a la administración del bautismo a los catecúmenos adultos que se acercaban a la Iglesia. Se colocan cercanos al templo, generalmente por su lado oriental, y albergan la piscina con gradas donde se administraba el sacramento por inmersión completa, para significar claramente que se entraba místicamente en la muerte de Cristo y se surge como hombre nuevo resucitado. Los muros, ornamentados con mosaicos y pinturas, se cerraban con una cúpula que, en occidente, suele ser de planta octogonal.

 

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3.1.5.-Mosaicos y sepulcros.

Simultáneamente a la arquitectura, este segundo periodo del arte paleocristiano conoce un gran desarrollo de las artes plásticas que se iniciaron con el culto funerario catacumbal en los dos primeros siglos. Merecen mencionarse los mosaicos de la bóveda del mausoleo de Santa Constanza, que, datados en la segunda mitad del siglo IV, son los más antiguos que se conservan; y los dibujos que aún pueden verse en San Pablo Extramuros, del siglo V. 

 

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