Rezando con los iconos

"Así como la lectura de los libros materiales permite la comprensión de la palabra viva del Señor, del mismo modo el icono permite acceder, a través de la vista, a los misterios de la salvación" (Juan Pablo II, Duodecimum saeculum).

 

La Trinidad, lecturas alternativas

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es "nuestro redentor"...Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla, tú el alfarero: somos todos obra de tus manos. (Is63 16b.19b)

 

 

Vamos a adentrarnos en su contemplación siguiendo el siguiente índice:

 

Introducción
1.-El Padre está en el centro
2.-Jesús está en el centro
3.-Otras interpretaciones alternativas de los personajes
4.-Oración

 

 

 

 

Introducción

  • El icono de Rublev nos muestra tres personajes sentados alrededor de una mesa sobre la cual hay una copa donde la tradición quiere ver la cabeza de un cordero. Un pequeño rectángulo adorna el frente vertical de la mesa.

     

  • Encima del personaje de la izquierda hay una edificación complicada que le cubre por encima de su cabeza que, como es habitual en la pintura iconográfica, no mantiene perspectiva alguna. Por encima de la figura central aparece un árbol inclinado hacia la izquierda. Finalmente, al personaje de la derecha le sobrevuela una roca también inclinada hacia la izquierda.

     

  • El conocimiento de la Trinidad de las Personas divinas, el hecho de que nuestro Dios es comunidad de tres personas, es un acontecimiento de los últimos tiempos, de la revelación traída por Jesucristo. Y él es, realmente, la imagen con que se nos muestra el Dios inaccesible, el Dios que prescribe “no te harás figura alguna de lo que hay arriba en el cielo” (Ex 20, 3). Sin embargo, si no es posible pintar a la Santísima Trinidad, "que habita una luz inaccesible” (1Ti 6,16), sí lo es pintar a la imagen con la cuál ella se revela.

     

  • La tradición ha querido ver en la escena de Mambré (Ge 18) la prefiguración de la Trinidad. De hecho en el relato bíblico es el Señor quien se aparece y tres los hombres que ve Abraham.

     

  • Abraham y Sara, resguardados del calor del desierto a la puerta de la tienda, ya alcanzada la ancianidad, han perdido toda esperanza de descendencia: como pareja son la representación de la esterilidad. La llegada de tres personajes misteriosos obliga a Abraham a salir de su ensimismamiento, a abrirse hospitalariamente a un tercero, y en este acogimiento amoroso encuentra su verdadera relación con Sara.

     

  • Rublev ha suprimido en su dibujo a Abraham y Sara, y prescinde de los detalles concretos del contenido de la cena. Rublev ha querido abrir una ventana únicamente a lo invisible, al sentido espiritual del encuentro. El icono representa, así, la Trinidad, un solo Dios en tres personas en todo iguales. Los personajes mantienen un aspecto aéreo, leve, espiritual, ciertamente sobrenatural, con cuerpos alargados. La misma mirada, la misma cabellera, igual aureola, iguales alas, el mismo bastón. En las túnicas, el mismo color azul. La mesa asemeja un altar eucarístico.

     

  • Este icono presenta, simultáneamente, el texto del Génesis y los misterios cristianos de la Trinidad, la encarnación, la redención y la Eucaristía.
    El milagro del amor trasforma la esterilidad de la pareja en fecundidad que no tendrá fin. Serán la primera figura veterotestamentaria de que con Jesucristo “hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. No amar es quedarse en la muerte” (1Jn3, 13). Todos somos Abraham, iconos del hombre que necesita ser visitado por Dios.

     

  • Los tres personajes revelan autoridad similar, como se ve en sus largas varas y alas, y en la práctica imposibilidad de decidir cuál es la persona divina significada por cada ángel, si bien la tradición occidental ha terminado decantándose por una determinada interpretación, sin que por ello las alternativas hayan perdido interés. Remitimos al lector al contenido de nuestra página dedicada a la Trinidad, en el estudio contemplado en la página de La Trinidad, estudio del icono de Rublev . 
 

1.-El Padre está en el centro

Una primera lectura puede seguirse de la atribución de significado simbólico a los elementos decorativos: la casa, el árbol y la montaña.El cuadro trasmite la impresión de que Rublev ha querido figurar tres personajes muy semejantes y muy diferentes, semejantes cada uno a los otros y, al mismo tiempo, fieles cada uno a su especificidad.

La encina de Mambré, la tienda de Abraham y la roca, dibujadas en el quinto superior del icono, aparecen como elementos decorativos y, a la vez, como testigos y símbolos de un reencuentro único en la historia.

Esto tres elementos decorativos están colocados encima de cada personaje. En su conjunto recogen el lugar donde se desarrolla la escena: una montaña en cuyo pie está situada la tienda de Abraham, a la sombra de la encina, en Mambré.

Extraña, por otra parte, la figura de la montaña, suspendida encima de la cabeza del ángel de la derecha, en forma de ola que avanzara hacia la izquierda. Puede tratarse de la roca que Daniel, al desvelar un sueño de Nabucodonosor, ve avanzar imparable destruyendo los cuatro imperios del mal y dando lugar a una montaña que llenaría el universo. La roca, así entendida, designa a un ser divino que instauraría un reino nuevo sobre las cenizas del mundo antiguo. Toda la tradición ha visto en esta roca al Mesías, al Hijo de Dios.

 

Según ello, la roca es símbolo de Cristo y el ángel que se encuentra bajo ella no puede ser más que Cristo. El ángel de la derecha es el Hijo de Dios. La casa que se figura a la izquierda señala a la Iglesia, una Iglesia que es señalada por San Pablo como templo del Espíritu Santo. También dice que el templo verdadero es el cristiano en quien habita el espíritu de Dios. Este símbolo designa al ángel de la izquierda como el Espíritu Santo.

En cuanto al árbol, estamos ante el árbol de la vida, de un verde fuerte, el árbol que en la creación está colocado en el centro del Edén. Este papel de creador siempre se ha atribuido al Padre. Su centralidad en el icono expresa manifiestamente esta preeminencia que sólo puede designar al Padre. El Padre es, pues, el ángel del centro.  

 

2.- Jesús está en el centro

La interpretación que ve a Cristo en el centro de los tres ángeles compite con la “más probable” que se explica en el capítulo anterior, La Trinidad, estudio del icono de Rublev.

El ángel de la izquierda
está revestido de oro, color de la santidad, porque Dios es el Santo. En su pecho se vislumbra color azul, símbolo de la humanidad. Su mano derecha parece en la actitud de bendecir. Contrariamente a los otros dos ángeles, se mantiene erguido, recto, ocupando el lugar de honor del icono, a la derecha del cuadro. Los otros dos ángeles se vuelven hacia él. Su bastón se muestra perpendicular al suelo, mientras los otros están ligeramente inclinados. Su vestimenta tiene colores más discretos que los del resto.

Su gesto de bendición es muy discreto. Su cuerpo aparece de lado, entrevisto solo en tres cuartas partes de su frente, dando una impresión de difuminado ante el colorido del ángel central.

No porta la banda vertical dorada (Clavis o Claviculum) que decora la túnica romana y que aparece normalmente en los iconos de Cristo, los ángeles y los apóstoles, y que es signo imperial de la corte Bizantina. Detrás del personaje aparece una casa, que evoca la tienda de Abraham o el Templo, casa de Dios, o, mejor aún, evoca la Iglesia, comunidad donde reside Dios. Puede representar al PADRE, fuente de todo.

El ángel central
está situado bajo el árbol, como verdadero fruto del árbol de la vida -en contrafigura al suceso del paraíso-, y es imagen indudable del Hijo, que muestra su potente brazo, cuan brazo creador del Padre, mientras permanece absolutamente vuelto hacia el Padre, pendiente de sus palabras "Os llamo amigos porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer" (Jn 15,15).

Está situado en el centro del icono vestido de rojo –atributo del amor, del sacrificio y de la divinidad-- y con enorme manto azul, signo de su plena humanidad.

Está sentado casi de frente, detrás de la mesa, girada la cabeza hacia el ángel izquierdo mientras mantiene el busto orientado hacia el ángel derecho. Su gesto bendice la copa que contiene la cabeza de un cordero (llamado el cordero de la hospitalidad de Abraham) como indicando que se identifica él mismo con este sacrificio. Da la impresión al espectador de que él preside la mesa, pero el movimiento de su brazo y de su mano parece señalar al ángel de la izquierda.

Lleva túnica marrón con clavis amarilla, bajo manto azul. El color marrón, símbolo de la tierra, y el color azul, del cielo, recuerdan la encarnación de Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios. El clavis, por su parte, indica que es enviado de Dios.
Detrás del ángel hay un árbol. Es la encina de Mambré, tan cercana a la tienda de Abraham. El árbol representa la alianza hecha gracias a la crucifixión sobre la madera de la cruz: árbol de la cruz, árbol de vida. Una cruz se señala en el icono formado por el cuerpo de este ángel, como madero vertical, y la línea formada por las cabezas de los otros dos ángeles, como madero horizontal.

En algunas versiones de este icono el autor ha dotado a la cabeza de este ángel con una aureola con una cruz dibujada en ella, en la cual se han colocado las letras griegas omega, omicron y un, que significan “yo soy el que es”, (Ex 3, 14; cf Jn 8, 24.57), letras que figuran siempre en los iconos de Cristo. En la parte inferior del cuadro, bajo la copa, se observa un rectángulo, símbolo de la tierra y, al mismo tiempo, de la Encarnación del Hijo de Dios. Tiene los colores más intensos y es el que ocupa más espacio en el icono. Son los colores de Cristo. Se trata del HIJO.

El personaje de la derecha
Aparece como el más inclinado hacia el suelo, con manto verde, símbolo de la vida y de la fuerza creadora de la naturaleza. El vestido azul, bajo el manto, indica su entrega al hombre. Está situado bajo la roca dibujada en el icono porque la montaña es el lugar de la revelación veterotestamentaria y, en el tiempo de la Iglesia, es "el espíritu de la verdad que os guiará hasta la verdad plena" (Jn 16, 13). El Espíritu que ya en el principio "se cernía sobre la faz de las aguas" (Ge 1,2) y siempre asegura a cada generación la novedad de la salvación traída por Jesucristo -"envías tu espíritu, y los creas, y renuevas la faz de la tierra" (Sal 104, 30).

Lleva un manto verde, color de la vida y de la esperanza de la resurrección, sobre la túnica azul. Está inclinado hacia el ángel de la izquierda, en un movimiento lleno de armonía y sencillez. Su mirada se dirige al cuadro que simboliza el mundo, como significando que descenderá sobre la tierra. Su Clavis indica que es enviado de Dios.

Detrás de él hay una roca que le cubre la cabeza. La roca, la montaña es el lugar privilegiado de la teofanía, de la manifestación de Dios, lugar donde Dios se revela. Se trata del ESPÍRITU SANTO quien da vida para hacer nacer la vida.

La mesa
Es alegoría del altar sacrificial. En ella está depositado un cáliz que contiene una cabeza de cordero y, con ello, nos remite tanto a la pascua judía, a través del simbolismo del cordero en el pueblo judío, como a la mesa eucarística de Jesucristo, poniendo en evidencia la continuidad entre el primer Adán y Cristo, segundo Adán, que con su entrega a la voluntad del Padre se convierte en cabeza del nuevo pueblo escogido, de la Iglesia.

Estas relaciones entre los personajes del icono no dejan de evocar fuertemente las relaciones entre las personas divinas según la llamada "Trinidad económica" y facilitan la perspectiva iconográfica desde la consideración de la "Trinidad inmanente". Así, contemplado desde cierta distancia, toda la figuración habla al alma creyente del misterio trinitario.
Un movimiento circular, aparece evidente desde el pie izquierdo del ángel de la derecha que, subiendo por su cuerpo y pasando por la cabeza del personaje central se cierra en la figura del Padre, a la izquierda, forma un círculo casi perfecto, símbolo de la unidad divina en la trinidad personal. Círculo que encierra en su centro la cruz formada por el árbol y la figura central, como eje vertical, y las cabezas de los otros dos personajes, como eje horizontal. Mientras, la simetría que mantienen los personajes laterales dibuja un cáliz que contiene en su centro la figura del Hijo.

La escena de Mambré fue escrita/pintada por Rublev, muerto en 1430. Unos ciento cincuenta años después, el Concilio de los Cien capítulos convierte su trabajo en el icono de los iconos, al elegirlo como modelo de la iconografía y de todas las representaciones de la Trinidad.

2.1.-Otras razones a favor de posición central de Cristo

• 1.-La autoridad, el poder y el reino de Cristo están relacionados con la Creación
• 2.-Los colores del manto de Cristo: el marrón correspondiente a la Tierra y el azul correspondiente al Cielo, son propios de la doble naturaleza de la segunda persona
• 3.-Sobre el ángel central, se muestra el árbol de la vida, como un indicio de la vida eterna en el paraíso a través de la crucifixión de Cristo en la Cruz de madera.
• 4.-El color marrón de la prenda del ángel central coincide con el color de la comida en el cuenco que puede mostrar la carne y la sangre de Cristo en la copa.
• 5. En el icono, la imagen de la casa en forma de edificio se muestra a la izquierda. En consecuencia, el Padre, como el autor y arquitecto del plan para la creación del mundo, debe ubicarse a la izquierda del espectador

2.2.-Dificultades con un esquema donde el Padre no sea el centro

1. Un primer obstáculo para el hecho de que Cristo está en el centro son las palabras del símbolo de la fe:
• “subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios, Padre todopoderoso”,

o a las casi 20 referencias semejantes que se registran en el Nuevo Testamento, como, por ejemplo,
• ”Pero, desde ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la derecha del poder de Dios” (Lc 22, 69)
• “Tenemos un sumo sacerdote que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos” (He 8,1)
• “Ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (Hb 12, 2)

2. El principio teológico «Lex orandi, lex credendi» abona la centralidad del Padre, tal como se dice textualmente en la misma formulación del Credo
“Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible”. 

 

3.-Otras interpretaciones alternativas de los personajes

Hay seis permutaciones posibles de los tres personajes. Un pequeño cuadro muestra las tres sobre las que se centran la casi totalidad de las interpretaciones 

 

 

Jesús está en el centro.

Es la persona divina que ha tomado carne y figura humanas: es el que tiene una presencia física más marcada en el icono. Es el personaje central. Su mano despliega dos dedos, indicando sus dos naturalezas. Su mano derecha esté en el centro del icono porque Jesús es la mano de Dios. Además, é está en el centro de la copa situada en la mesa y en la copa más grande insinuada por los ángeles laterales

El árbol que aparece a su espalda es el árbol de la cruz. Porta la banda dorada (el clavis romano) como se suele representar en el Cristo Pantocrátor.

 

 

 

El Padre es el personaje de la izquierda, que presenta sus alas que se adelantan a la del ángel central, lo que indica preeminencia. Tiene un gesto de bendición y, sobre todo, tiene sobre él una casa (la casa del Padre).

Los otros dos personajes se inclinan hacia él mientras le miran.

 

 

 

El Espíritu es el ángel de la derecha, que porta vestidos verdes, color de la vida y la esperanza. La roca que le sobrevuela es un tanto misteriosa pero puede sr alusión a la gruta de Elías donde Yahvé se manifestó bajo la forma de brisa. Él está en el origen del viento que doble el árbol de Cristo. Su mano está en reposo sobre la mesa, en señal de que él no hace nada, él inspira.

Su mirada se dirige hacia la copa y hacia el rectángulo que significa el universo

Es la lectura más frecuente en Occidente

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El Padre está en el centro en toda representación de la Trinidad. La omnipotencia de su amor se ve en la mirada del ángel del centro.

El volumen del brazo derecho  del ángel central se amplifica a medida que se acerca al ángel de la izquierda. En el lenguaje simbólico del icono, las curvas convexas designan actividad,  expresión de vida, la palabra, el despliegue, la revelación; y por el contrario, las curvas cóncavas significan obediencia, solicitud,  abnegación, atención, receptividad. El Padre está vuelto hacia el Hijo. Le habla.

 

 

 

 

El movimiento que recorre su ser es el éxtasis. Se expresa enteramente en el Hijo, ángel de la izquierda, sentado a la derecha del Padre.

 Es una lectura alternativa a la contemplada como más frecuente en Occidente

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Esta tercera interpretación se apoya en el análisis y atribución de los elementos decorativos.

El Padre está en el centro

El árboles el árbol de la vida, el árbol de la creación. Y siempre es el Padre al que se le considera como el Creador Y la teología, admitiendo la igualdad entre las Personas, le otorga al Padre una cierta precedencia; es considerado como Fuente de la vida. Su centralidad en el icono expresa manifiestamente esta preeminencia que solo puede designar al Padre.

 

 

 

 

  

 

 

El Espíritu es el personaje de la izquierda. La casa que se eleva en la parte superior izquierda designa a la Iglesia, de la que San Pablo afirma que es “templo del Espíritu Santo”. También dice que el templo verdadero es el cristiano en quien habita el espíritu de Dios.

 

 

 

El Hijo es el personaje de la derechaEncima de él se ve una gran roca, que tiene forma de ola, en movimiento hacia nuestra izquierda. Representa a la gran roca mencionada en el libro de Daniel (Dn 2, 31-45) a partir de un sueño del rey Nabucodonosor, el profeta Daniel habla de una roca que se desprende y golpea a una enorme estatua, símbolo de los cuatro imperios del mal, transformándose en una gran montaña que llena el universo. Esa roca designa al ser divino que viene a restaurar un nuevo reino, reemplazando a los otros, que destruirá. Se trata del Mesías, de Cristo, el Hijo de Dios. Como dice San Pablo, aunque en un contexto diferente: “esa roca era Cristo”. Si la roca es símbolo de Cristo, el ángel que está debajo de ella puede ser designado como el Hijo.
 

 

 

 

 

 

4.-Oración

Te adoro, Trinidad Santísima,
un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo
y te doy gracias por todas las mercedes que he recibido de tu bondad.

Te entrego mi corazón y cuanto me pertenece,
para cumplir por siempre tu santa voluntad.
(Santa Luisa de Marillac, E. 175)